Tuvimos la oportunidad de visitar (con sol) la inmensa huerta de El Cabillón,
y de compartir unas cuantas recetas con gente estupenda.
Lo que no sabemos es si a todo el mundo le gustó tanto como a nosotrxs.
Por supuesto, la jornada terminó en comida, ¿de qué otra manera se puede acabar un curso de cocina?
Y ya tenemos ganas de repetir viaje; da mucha energía conocer gente que saca adelante proyectos nutritivos, en el sentido más amplio de la palabra. Gracias, compañerxs.
Qué bueno! Eso de los globos cubiertos de choco me gusta: sabrosura entretenida!
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